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Recomendaciones para una alimentación saludable en FQ

Un buen estado nutricional en pacientes con FQ se relaciona con una menor progresión de la enfermedad respiratoria, mejor calidad de vida y mayor sobrevida.

La etapa de prevención se basa en optimizar la ingesta de alimentos, con la adecuada indicación de enzimas pancreáticas y suplementos vitamínicos.

Sin embargo, la malnutrición continúa siendo un problema que afecta a un importante número de pacientes en nuestro medio.  Las causas son múltiples y están relacionadas a la propia enfermedad, al aumento de las demandas energéticas, al grado de malabsorción y a las deficiencias de vitaminas y micronutrientes.

Una buena nutrición es clave, con una dieta equilibrada, y alto contenido en calorías y grasas. Existen tres fuentes principales de energía: Proteínas, carbohidratos y grasas. Cada uno de estos macronutrientes necesita de hormonas y enzimas para ayudar en la digestión, y para garantizar un estado nutricional adecuado.

Diversos consensos recomiendan que la ingesta de energía para las personas con FQ oscile entre el 120 y el 150% de las necesidades energéticas de la población sana.

Es necesario personalizar la ingesta energética porque las necesidades nutricionales para las personas con FQ están determinadas por:

             Su grado de malabsorción.

             Nivel de actividad.

             Gravedad de la enfermedad pulmonar.

Proteínas: son los nutrientes que más funciones realizan en nuestro cuerpo (20-25%), formar tejidos, transportar vitaminas y defender de las infecciones. Las encontramos en carnes, huevo, pescados.

Hidratos de Carbono: son macronutrientes imprescindibles para la energía del cuerpo (40-45%). Además, son el combustible para los músculos. La podemos encontrar en las pastas, arroz, pan, legumbres, verduras.

Grasas: su consumo debe ser el 35-40% de la ingesta, además de aportar energía, son indispensables para la absorción de vitaminas liposolubles (A, D, E, K), el desarrollo de las membranas celulares y efecto antiinflamatorio.  El aumento de su consumo y elección debe ser del tipo de grasas saludables de origen vegetal: aceite de maíz, girasol, oliva, frutos secos: nueces, avellanas, maní, palta, semillas y pescados: atún, sardinas, caballa, cazón y salmón entre otros.

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